SEÑOR, GRACIAS POR TANTO AMOR, QUE NO MERECÍA.
PERDÓNAME POR CADA HERIDA QUE SUFRISTE EN TU CARNE POR MIS PECADOS, PORQUE ELLOS FUERON LOS QUE TE LLEVARON A LA CRUZ.
¿POR QUÉ ME AMASTE TANTO?
JAMÁS PODRÉ ENTENDERLO, PORQUE UN AMOR ASÍ, ESCAPA A LA COMPRENSIÓN HUMANA. PERO NADIE ME HA AMADO DE ESA MANERA, NI NADIE ME AMARÁ ASÍ JAMÁS. SOLO TÚ, MI DIOS, MI PRECIOSO SALVADOR.
SOLO PUEDO DECIRTE, ¡GRACIAS! UNA Y UN MILLÓN DE VECES. Y DECIRTE QUE TE AMO, CON MIS IMPERFECCIONES, CON MIS LIMITACIONES, CON MI VIEJA NATURALEZA QUE TODAVÍA SE REBELA A VECES, PERO CON UN CORAZÓN RENDIDO ANTE TU AMOR, CON EL DESEO DE SERVIRTE, DE HACER TU VOLUNTAD Y TE DARTE UNA PARTE INSIGNIFICANTE DE LO MUCHO QUE TÚ ME HAS DADO Y SIGUES DÁNDOME CADA INSTANTE DE MI VIDA.
LO MÁS MARVILLOSO QUE ME HA PASADO EN LA VIDA, FUE CONOCERTE A TI, SEÑOR.
GRACIAS POR TANTA DICHA, POR TU AMOR INMERECIDO, POR LA SALVACIÓN QUE TENGO EN CRISTO, POR ESA ESPERANZA QUE ME MANTIENE VIVA Y LLENA DE GOZO Y POR LAS BENDICIONES QUE DERRAMAS SOBRE MI CADA DÍA.
A TI SEA LA HONRA Y LA GLORIA POR SIEMPRE.
¡AMEN!
MAYTE CARBONELL
1-12-2014
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