Estamos en Semana Santa, tiempo que la gente aprovecha para tomarse unas vacaciones. Algunos viajan, otros se quedan, pero siempre se nota que se ha ido gente y todo se queda mas tranquilo. Es un tiempo perfecto para reflexionar sobre las cosas que nos inquietan o sobre las que hemos de tomar decisiones. Todos tenemos cosas que nos preocupan y también temas sobre los que no queremos hablar o posicionarnos y preferimos pasar como de puntillas o evitarlos al máximo. Uno de estos temas es lo relacionado con la religión, o mejor dicho, con lo referente a Dios.
La mayoría de la gente de un país católico como es el mío, vive tiempo de procesiones y de seguir costumbres que ni siquiera saben explicar por qué las practican, solo las siguen por tradición, aunque un porcentaje pequeño también lo haga por convicción. Si tú intentas hablar con alguien sobre las razones que les llevan a practicar todo esto, te saldrán con una respuesta común: porque es lo que me han enseñado desde pequeño. Pero a la gente se le olvida que no todo lo que nos enseñan es siempre lo correcto ni es lo mejor, incluso aunque quienes lo hagan tengan buenas intenciones. Hay costumbres o prácticas que no interfieren de forma significativa en nuestra vida para alterarla o perjudicarla, pero en el caso de lo que se refiere a Dios, si, porque esto va más allá de nuestra conducta, porque afecta de forma directa a la parte espiritual y a nuestro destino más allá de la muerte. Pero aún siendo algo tan importante y trascendental, la mayoría de gente no quiere prestarle atención y no quiere reflexionar en ello. Es como que cambiando de tema o mirando para otro lado fueran a librarse de ello, pero están totalmente equivocados porque llegará un día en el que de forma ineludible tendrán que enfrentarse a ello y no les valdrán excusas ni podrán cambiar de dirección, porque serán confrontados directamente por ese Dios al que ahora quieren evitar.
Ver pasar una procesión, emocionarse con esas imágenes o asistir con fervor a las misas en semana santa, no les va a dar el pasaporte a la eternidad, ni siquiera aunque esas cosas las practiquen todos los días. Solo hay una forma de enfrentarse a este tema y es teniendo un encuentro personal con Jesucristo. Él vino para darnos vida y para hacerlo en abundancia, pero Jesucristo no se encuentra en las imágenes, no se encuentra en las procesiones ni en los ritos o tradiciones de nuestros antiguos. Jesucristo es Espíritu y hay que acercarse a Él en espíritu y en verdad. ¿Cómo podemos acercarnos a Él? ¿Cómo podemos conocerle? A través de la biblia, que es la palabra de Dios. Solo en ella encontramos quién es Dios, cómo es Dios y cómo quiere que se le adore. Así que en lugar de hablar yo, voy a dejar que su palabra hable.
La insensatez de la idolatría
9Los
formadores de imágenes de talla, todos ellos son vanidad, y lo más
precioso de ellos para nada es útil; y ellos mismos son testigos para su
confusión, de que los ídolos no ven ni entienden.
10¿Quién formó un dios, o quién fundió una imagen que para nada es de provecho?
11He
aquí que todos los suyos serán avergonzados, porque los artífices
mismos son hombres. Todos ellos se juntarán, se presentarán, se
asombrarán, y serán avergonzados a una.
12El
herrero toma la tenaza, trabaja en las ascuas, le da forma con los
martillos, y trabaja en ello con la fuerza de su brazo; luego tiene
hambre, y le faltan las fuerzas; no bebe agua, y se desmaya.
13El
carpintero tiende la regla, lo señala con almagre, lo labra con los
cepillos, le da figura con el compás, lo hace en forma de varón, a
semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en casa.
14Corta cedros, y toma ciprés y encina, que crecen entre los árboles del bosque; planta pino, que se críe con la lluvia.
15De
él se sirve luego el hombre para quemar, y toma de ellos para
calentarse; enciende también el horno, y cuece panes; hace además un
dios, y lo adora; fabrica un ídolo, y se arrodilla delante de él.
16Parte
del leño quema en el fuego; con parte de él come carne, prepara un
asado, y se sacia; después se calienta, y dice: ¡Oh! me he calentado, he
visto el fuego;
17y
hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo
adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi Dios eres tú.
18No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su corazón para no entender.
19No
discurre para consigo, no tiene sentido ni entendimiento para decir:
Parte de esto quemé en el fuego, y sobre sus brasas cocí pan, asé carne,
y la comí. ¿Haré del resto de él una abominación? ¿Me postraré delante
de un tronco de árbol?
20De
ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que no libre su
alma, ni diga: ¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha?
(Isaías 44:9-20)
Estas no son palabras mías, se encuentran escritas en la biblia y nada mejor que la biblia para enseñarnos lo que Dios quiere y lo que nos dice a todos. No importa lo que has aprendido antes, no importa quién te lo enseñó, solo la palabra de Dios es la autoridad absoluta para decirnos si lo que estamos haciendo, siguiendo o practicando, es lo correcto y lo que a Dios le gusta.
Te pido que te tomes un tiempo y que analices cada una de las frases que se encuentran en esta cita de la biblia. No tengas miedo porque la palabra de Dios no te va a engañar, al contrario, va a traer luz a tu vida y te va a descubrir la verdad que ahora tenías oculta. Si analizas cada una de estas frases, y tienes una mínima inteligencia, me refiero que no hay que ser un versado en la materia ni un lumbreras para entenderlo, pues está al alcance de cualquiera, si lo haces, tú mismo va a ver la realidad de esas prácticas de procesiones cargadas de idolatría. La biblia lo titula: la insensatez de la idolatría.
Yo te invito a reflexionar hoy,no te va a llevar mucho tiempo, así que tómate la molestia de hacerlo, porque no vas a perder nada, sino que por el contrario, vas a ganar muchísimo.
Cuando lo hagas, pídele a Dios que prepare tu mente para entender lo que dice, porque a veces acudimos a la biblia con una venda en los ojos y entonces es difícil entender. Leelo y tú mismo llegarás a la misma conclusión.
No nos dejemos cegar por el espectáculo de las procesiones ni por la belleza de sus imágenes, vayamos más allá y busquemos a Dios donde verdaderamente se encuentra, la biblia nos habla de Él.
Reflexiona en esta Semana Santa.
Dios te guíe a la verdad.
Mayte Carbonell
18-4-2025
No hay comentarios:
Publicar un comentario