El año 2021 fue un año difícil para mi. Dos acontecimientos muy importantes tuvieron lugar, uno económico y el otro que afectaba a la salud de mi marido. La economía y la salud son de las cosas que más afectan a nuestra vida y nos causan malestar. Dios puso a prueba mi fe de una manera que hasta entonces no había experimentado.
En esta ocasión voy a hablaros del problema que tuve a nivel económico, del otro ya hablaré en un tema a parte, porque cada uno de ellos es importante y merece ser tratado de forma exclusiva, además no sucedieron en el mismo espacio de tiempo. No entraré en detalles del problema porque eso no es necesario, ya que lo importante no es el qué sino el cómo. El caso es que yo tenía que arreglar unos papeles importantes y pedí ayuda a un abogado a través de la compañía de mi seguro de hogar, ya que es un servicio que ofrecen de forma gratuita. El abogado, a parte de no mostrar un gran interés debido a que no iba a cobrar por el servicio, tampoco consiguió nada, tuve que moverme yo a través de una gestoría, que tampoco consiguió nada, pues la gestión que tenían que hacerme no era posible ya que no les daba acceso y nuevamente tuve que ir directamente al organismo y hacer yo misma las gestiones.
Desde el primer momento todo pintaba muy mal, ya era una causa perdida antes de empezar, pero yo puse mi fe en Dios, porque de ello dependía mi futuro, pues siempre he puesto todas mis decisiones y mis actos en sus manos. Pero cuando te enfrentas a un problema en el que ves que todo lo tienes en contra, es muy difícil echar mano de la fe sin que ésta sufra reveses y comenzó una lucha que duró unos meses, meses complicados, con desánimo y mucha inquietud. Una lucha entre lo imposibe y la esperanza de un milagro.
Yo suelo orar de madrugada en la terraza, mirando al cielo, con la calma de que a esas horas hay silencio total y ninguna distracción. Mi oración tocante a este tema era siempre la misma: Señor, como estuviste con mi madre, te pido que estés también conmigo. Tú sabes que necesito que me concedan esto porque es la única salida que tengo. No me desampares.Yo se que me han dicho que no tengo opción y que esta solicitud no servirá para nada, pero yo se que Tú, Señor, estás por encima de cualquier institución humana y que puedes intervenir y hacer que las cosas cambien a mi favor, porque Tú eres un Dios todopoderoso y misericordioso y sabes mi necesidad. Señor, mi fe está en conflicto, pero voy a seguir confiando en Tí y esperando que Tú obres con poder y me concedas mi petición.
Esa fue mi oración de todos los días. Recordaba el pasaje que dice:
Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé.
Yo sustituía el Moisés por mi madre. Como estuve con tu madre, estaré contigo. Porque mi madre se enfrentó al mismo problema que yo y Dios milagrosamente la ayudó.
Y así descansaba en sus promesas, esperando que Él me ayudase.
He de decir que fue una etapa muy difícil para mí, pero eso me hizo tener que depender absolutamente de Dios y descansar en Él.
Finalmente, vino la respuesta y ocurrió el milagro, si, porque los milagros existen, aunque muchos piensen que no. Dios ha hecho varios en mi vida. No solo me dio la respuesta favorable, sino que fue muy generoso y me dio mucho más de lo que yo pensaba. Dios nos da en abundancia cuando aprendemos a ponernos en sus manos y confiar plenamente en Él.
Estoy tan agradecida, que no pasa día sin que le de las gracias por lo que me ha dado, porque yo se muy bien que todo procede de Dios. Todo lo que soy y lo que tengo se lo debo a Dios.
Él me confirmó que no solo era el Dios de mis padres, sino también mi Dios.
Y clamamos a Jehová el Dios de nuestros padres; y Jehová oyó nuestra voz, y vio nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra opresión;
Y te hará Jehová tu Dios
abundar en toda obra de tus manos, en el fruto de tu vientre, en el
fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, para bien; porque Jehová
volverá a gozarse sobre ti para bien, de la manera que se gozó sobre
tus padres,
Esté con nosotros Jehová nuestro Dios, como estuvo con nuestros padres, y no nos desampare ni nos deje.
Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado, La obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos.
Solo algunos ejemplos de los tantos en los que la biblia habla de que el Dios de nuestros padres es nuestro Dios. Y esto no quiere decir que porque los padres crean en Dios y le sirvan, los hijos van a heredar las promesas, sino que se está refiriendo a los hijos que también aman y siguen al Dios de sus padres, entonces el Señor bendice en abundancia porque así lo ha prometido.
Así dice Jehová Dios de Israel: Yo hice pacto con vuestros padres el día que los saqué de tierra de Egipto, de casa de servidumbre, diciendo:
Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios.
Dios es un Dios de pactos y Él siempre cumple sus promesas.
Aprendamos a confiar en Dios, a abandonarnos en sus brazos y dejar todo asunto y problema en sus manos, porque Él siempre tiene la solución y si somos fieles, Él nos recompensará.
Yo puedo decir que el Dios de mis padres es
mi Dios.
A Dios sea la Gloria por siempre.
¡¡¡Amen!!!
Mayte Carbonell 7-9-2022
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